19/12/09

Vivencias de Antaño

Allá por los años 50, antes de que existan los bullicios del gentío, que se apresura con el marcar del tiempo, de movimientos que no se detienen, del terrible tráfico de las grandes ciudades del Ecuador. Don Jorge contaba, cuando él trabajaba en la hacienda PAVANA que estaba ubicada en la vía Vinces – Vernaza, prefería viajar a caballo, ya que los caminos eran tan malos y la gente prefería viajar en un equino, hasta llegar al rio Vinces que luego se convierte en el rio Babahoyo. Recuerda el hombre el nombre de la lancha “Placer”, dicha lancha tenía una particularidad única pues estaban equipadas con hamacas ya que el viaje era muy largo. Para subirse a este transporte debías primero mojarte las piernas para luego embarcarte ya que no había ni un muelle o puerto.
Como en nuestros tiempos gritan en los medios de transporte frases como:”Quito largo, Quito largo”, o “A Guayaquil a Guayaquil” en esa época en las lanchas se gritaba: “Al Guayas venga al Guayas” a pesar de que ellos ya se encontraban en la provincia del Guayas pero se referían a la ciudad de Guayaquil. Decía Don Jorge que cuando uno se subía a las lanchas era inevitable el olor de las frutas frescas y de yerbas que la gente llevaba del campo, cuando la lancha ya estaba en movimiento se podía sentir la brisa del viento que pegaba en la cara de los que estaban a bordo, mientras se veía algunos perros tratando de alcanzar la embarcación, para estar con sus dueños y ya cansados los animales dejaban de perseguir la lancha. Muy buenos madrugadores, salían a las 6h: 00 a.m. o 7h: 00 a.m. dependiendo de la tripulación si estaba vaga para viajar o no. Llegaban a las 3h: 00 p.m. al puerto principal a la altura de lo que ahora es el Hotel Ramada para luego coger un taxi con su familia, y llegar a su hogar en el centro de la ciudad. Don Jorge decía que de libros no leía mucho, mas leía el periódico para luego discutir su lectura con los amigos, y hablar de temas de índole político o de sucesos que ocurría en la ciudad o en el país. Aunque si leía algunos libros que sus hijos leían, pues solo los que asistían al colegio podía leer, y hubo gran parte que no leía ya que nunca se les enseño. Libros que a los niños les gustaban, literatura griega como el famoso libro “LA ILIADA” de Homero, o de aventura como la obra de Julio Verne, “20000 LEGUAS DE VIAJE EN SUBMARINO”. A sus hijos les encantaban los libros que se podían leer en 1 o 2 horas. A veces encuentro la diferencia de esos tiempos, nosotros gastamos nuestro tiempo en una película de dos horas y ellos con la misma emoción que nosotros al ver un filme, se deleitaban en las palabras, usando la imaginación de sus cabezas para creer paisajes de cuentos que se incrustaban en la mente de los que cada día leían estos relatos. Estos libros eran de páginas finas, y hojas cortas. Algunos libros no eran tan accesibles, en especial de literatura ecuatoriana, puesto que los libros eran muy caros. En la actualidad gente se adeuda para poder pagar un televisor, equipos de sonidos, DVD, algún medio para poder distraer la mente mediante los sentidos audio-visuales. En los 50´s la gente se adeudaba para poder comprar libros, con cuotas que pagaban a estas tiendas, las cuales eran muchas, de manera que era un negocio el vender libros. Incluso, la llegada del televisor, no pudo ganarle en su momento a los libros, ya que aun las cajas de sonidos y proyecciones de imágenes, no le quitaban la imaginación a las mentes de las personas. En cambio las radios, eran los centros de entretenimiento, ya que se leían o relataban cuentos e historias de libros, los cuales jóvenes y adultos, se sentaban a escuchar. Era otros tiempos totalmente diferente a lo que nosotros conocemos, un tiempo donde la imaginación la ponían las mentes de cada persona que leía, y no que un largometraje nos quite el trabajo de imaginarnos lo que las palabras relatan.

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